viernes, 9 de noviembre de 2012

Cinco sueños, II

Por Raúl González - Primero de Bachillerato - A
Deedee Cheriel ::
Deja Vu and her Euphonical Prisms, 2010

1

Era una sala oscura que no tenía principio ni fin la que inundaba mi existencia. En un punto intermedio de la estancia yacía mi cuerpo, y el último aliento que exhalaba de él se arremolinaba sobre mi cabeza, generando más oscuridad.

2

Me sentía libre. Podía navegar por la tierra y correr por el mar. De repente, me brotaron alas y ascendí a un lugar inexpugnable en el que toda la naturaleza me recibía con sus ramas abiertas. Un verdadero paraíso; un campo interminable de flores que estuvieron algún día en mi corazón y desaparecieron repentinamente. Pero las había recuperado y habían florecido de nuevo en mi espíritu.

3

Me convierto en un ser diminuto, más pequeño que una pulga, un mero visitante subterráneo de este mundo. Contemplo la evolución de los animales y las plantas desde sus propias raíces, veo desarrollarse al ser humano y admiro la belleza del paisaje. Permanezco apoyando a este planeta en sus momentos críticos; le veo nacer, crecer y ahora morir. Por eso voy desapareciendo mientras el mundo se sumerge en un profundo sueño del que nunca despertará y su belleza queda sólo como un simple recuerdo.

4

El infierno se apodera de mi ciudad. La impotencia sumerge en desgracia las vidas de muchas personas, amenazadas por las confrontaciones de aquellos que se creen superiores. El fuego lo corroe todo, destruyendo sentimientos, relaciones, personas. Sólo sé que el motivo es injustificable; el dolor es extraño y pesa. Ayudo a una niña, rescatándola de los escombros, y la acompaño hasta la luz. Sólo este acto era necesario, encontramos el camino, y por fin somos de nuevo humanos.

5

Me trasladé a un futuro muy lejano. Entonces fui testigo de un mundo en el que los árboles era máquinas que desprendían por si solas oxígeno artificial; los mares, espejismos que servían de soporte a los barcos para navegar; y las montañas, construcciones elevadas que fabricaban el esto de maquinaria existente. No vi el color verde en ninguna parte ni a ningún animal sacando su cabecita del prado, aunque este fuera gris. Los habitantes que poblaban ese mundo extraño eran robots, y cuando me acerqué a preguntar en qué planeta tan tecnológico me encontraba, la única y decepcionante respuesta fue: “En La Tierra”. ¿Por qué un planeta con ese nombre está poblado por máquinas? La inexistencia de tierra impidió que me sumergiese en el mayor pozo que conozco: el de la vergüenza.



Sicsak from amiina on Vimeo.

La música del grupo islandés Amiina nos sirvió para ambientarnos en ese mundo onírico en el que pretendíamos bucear.
[Sicsak from album Puzzle - live performance by amiina.
Video by Andrea Sisson & Pete Ohs, shot in Reykjavík, released in May 2011.]

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